La disponibilidad de liquidez es una de las necesidades de las empresas con independencia de su tamaño. Este flujo de efectivo es imprescindible para el funcionamiento diario de la compañía. Para lograrlo, se pueden aplicar una gran variedad de mecanismos, y el factoring es uno de ellos. Hoy en préstamos Invest & Loan os contamos en qué consiste.
Factoring: en qué consiste
Este mecanismo de cobro consiste en que una entidad financiera adelanta a la empresa los cobros pendientes en el corto plazo. Este elemento, que permite inyectar liquidez en la empresa, se basa en un acuerdo contractual entre esta y la financiera. Es decir, no existe una legislación específica que regule esta actividad y, ante cualquier inconveniente, se resuelve como cualquier otro contrato privado.
La adhesión a este servicio por parte de la compañía suele complementarse con otros adicionales, como el asesoramiento o la gestión de cobro. Por supuesto, esta forma de financiación cuenta con un coste que, por norma general, suele implicar un porcentaje de la deuda pagada.
Este mecanismo de cobro está aumentando de popularidad. Según la Asociación Española de Factoring, creció un 11,56 % en el año 2021, el último del que se han contabilizado los datos.
Ventajas y beneficios del factoring
Las empresas que se decantan por esta alternativa disfrutan de varios beneficiosos que les permiten aumentar la competitividad en su sector. El más importante es que las ventas a crédito o a plazos se transforman de manera automática en ventas al contado. Gracias a ello, pueden ofrecer una mayor oferta de pago a sus clientes sin poner en riesgo su liquidez.
Pero, además, cuenta con otras ventajas, como la mejora del ratio de endeudamiento o la reducción del riesgo de cobros fallidos por insolvencias. Esto último incluye eliminar las gestiones por impagos o morosidad, al mismo tiempo que mejora el control de la tesorería.
Sin duda, esta operación resulta beneficiosa para la empresa, pero siempre y cuando la entidad acepte a sus clientes y el coste de la operación (intereses y comisiones) pueda ser cubierto con comodidad.

Tipos de factoring
Existen distintas modalidades de factoring entre las que elegir. Cada una de ellas genera un coste y un riesgo diferente, por lo que es importante saber cuál resulta más beneficiosa para la compañía:
- Sin recurso: Se trata de la opción más extendida, ya que es la entidad financiera la que asume los impagos.
- Con recurso: Más económica que la anterior, pero es la empresa la que responderá ante la insolvencia.
- Sin notificación: El deudor paga a la empresa y esta a la entidad financiera.
- Con notificación: El deudor recibe el cambio de acreedor y paga a la financiera.
Estas cuatro opciones son las que se combinan para elaborar el contrato básico. Partiendo de esa base, se pueden incluir matices, como los clientes aceptados por la financiera o el límite territorial. Es decir, si acepta facturas internacionales o en otras divisas. Todo ello genera el acuerdo final que será el responsable de fijar las comisiones e intereses de las operaciones.
Es importante no confundir este término con el confirming, que hace referencia a la gestión de los pagos de la empresa en lugar de los cobros. Aunque este servicio pueda parecer un elemento para lograr liquidez a corto plato, en ocasiones se convierte en un servicio más que subcontrata la compañía para no tener que preocuparse de la gestión de los cobros y las facturas.
El factoring es una herramienta de financiación para las compañías que se tramita con una entidad financiera como un contrato privado. En él se especifican las condiciones y otros aspectos importantes, como la notificación y el recurso.
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